Buscar este blog

viernes, 18 de diciembre de 2015

La chica de la medianoche 1


Todos los días me levantaba a las 4 de la mañana para correr en el parque de la ciudad. Creo en que todos debemos tener al menos una actividad rutinaria, algo que hagamos todos los días que sea un símbolo que tenemos un día más, otra oportunidad de vivir. Correr era la forma en que me decía a mi mismo que seguía vivo.

Bajaba del departamento y me enfilaba junto con otros hacia el parque, más gente con ganas de estar vivos me acompañaba a través de los árboles y las luces de la madrugada. Desfilábamos entre los pasajes llenos de curvas y tierra, pateando ocasionalmente las hojas que se habían agolpado durante la noche por la brisa nocturna. Ningún animal nos molestaba ya que debían estar dormidos, solo el sonido de algunas aves nocturnas, avisando que el sol se acercaba. De vez en cuando miraba hacia mis lados y podía ver a las afueras del parque las luces del transporte público que terminaban de dar sus primeros recorridos. Después de correr casi una hora volvía caminando, aún bajo la oscuridad, pero que ya no era absoluta.

Eran los tiempos de sentirme vivo hasta que en una de esas madrugadas en las que estaba en el parque encontré un cuerpo tirado en uno de los pasajes más escondidos del lugar. Las lámparas de esa parte se encontraban descompuestas desde hacía unas semanas. Me detuve un momento y hable al que estaba tirado pensando que estaba durmiendo, los vagabundos solían ir a dormir al parque, pero ese hombre que estaba boca abajo no respondió.

Un amigo mio me dio alcance al lugar donde estaba y vio el cadáver, juntos llamamos a la policía que pronto acordonó el lugar. Después de responder a unas preguntas regresé a mi hogar. Nunca había visto un muerto, no de esa forma. En el lugar en el que me sentía más vivo, alguien más había sentido lo que era la muerte. Según leí en los diarios era un joven de 23 años que se había suicidado ingiriendo una gran cantidad de pastillas. Platicando después con otros corredores había rumores que se había encontrado una chica, presuntamente su novia, muerta también, no obstante no había nada en las noticias acerca de eso.

La historia de la chica se había vuelto una especie de leyenda urbana, existían relatos de algunas personas que decían era la hija de una importante figura pública, y que su padre había ordenado a los medios y la policía no dar a conocer la noticia completa. Yo no hacía mucho caso a esas historias, con respecto a lo que había sucedido mi mente solo recordaba la imagen del joven tirado y me preguntaba cuáles serían las razones por las que se quitó la vida, y sobre todo, por qué en ese lugar.

El joven se convirtió en una especie de fantasma en mi mente a tal punto que deje de ir a correr mucho tiempo. Pero la necesidad de cumplir mi rutina me obligó a buscar otros medios, decidí correr en el mismo parque, pero en la noche después del trabajo. Tenía temor de pasar nuevamente por aquel lugar y a la misma hora, no por aspectos sobrenaturales, sino porque no quería sumirme una y otra vez en las interrogantes sobre la muerte del hombre.

Fui cerca de una semana a correr a las 11 de la noche, el paisaje no era muy diferente al de la madrugada, exceptuando que había un poco más de personas sentadas en las bancas, las aves nocturnas cantaban apenas al despertar y el transporte público estaba dando sus últimos recorridos.

Apenas estaba encontrado sabor a mis recorridos nocturnos, acostumbrándome al aire de la medianoche cuando alguien robó mi atención y la fue robando todas las noches consecuentes. Después de una semana que había iniciado mi nuevo horario, casi siempre al final de mis recorridos alcancé a ver casi de reojo a una joven sentada de extraordinaria belleza. Su piel blanca contrastaba con el fondo nocturno, siempre vestida con un conjunto elegante, aunque no como de una cena formal, sino más como de alguien que va a salir a una cita por primera vez. Su pelo rubio parecía tener un brillo propio y su cara contenía una expresión que no supe descifrar sino hasta las noches siguientes.

La veía todos los días, de vez en cuando cambiaba de lugar, pero siempre se sentaba en alguna banca que estuviera cerca de una lámpara, por su seguridad, pensé. No aparentaba ser mayor de 30 años, por un momento imaginé se trataba de alguna dama de compañía, pero su vestimenta no se parecía en nada a las mujeres que se dedicaban a ello y mucho menos su actitud. En lugar de mirar de un lado a otro buscando clientes, ella solo mantenía su mirada casi estática viendo hacia el frente, hacia ningún lado, pues miraba hacia la oscuridad de los árboles, donde no se encontraba otra cosa que el corazón del parque, un área en la no había senderos. Seguramente esperaba a alguien que salía tarde del trabajo o la escuela para después irse a otro lugar como un restaurante o bar finos.

Nunca había visto a alguien así y al parecer los que frecuentamos el parque tampoco la habíamos visto, pues nadie podía decir de quién se trataba o qué hacía ahí, era un personaje nuevo en el lugar y hasta ese momento nadie se había decidido hablar con ella. Tampoco mostré mucho interés por ella, hasta que una noche cuando ya había terminado mi recorrido en el parque, un recorrido en el que no vi a la chica en ningún lado, esta apareció caminando detrás de mí, me estaba siguiendo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario