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domingo, 10 de enero de 2016

2016


Mi seño demacrado ante la luz de una vela agonizante daba sus últimas luces de esperanza, una esperanza que disminuía día con día. La noche se seguía yendo entre suspiros y recuerdos, de buenos momentos y sueños pendientes, pero mi mente lucia ya cansada... ha pasado mucho tiempo, ya es difícil diferenciar.

Mucho tiempo tarde buscándola, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, tanto tiempo que incluso olvidé como la perdí. Del mar de los recuerdos rescaté el inicio y las cosas buenas. Llegó con la brisa del viento cuando aún era un niño, estaba en la calle, indiferente ante mi alrededor y de pronto sentí como me golpeo en la cabeza, voltee para ver que o quién había sido pero no descubrí a nadie, me quede ahí parado sin hacer nada y fue ahí que, sin moverse mi cuerpo se estremeció mi alma. El golpe en mi cabeza fue como una señal que vista debía volverse atrás, la vi en un balcón de una casa color dorado, con los brazos extendidos en el barandal color negro mirándome. Aún ahora siento los remanentes de la primera vez que la ví como si mi cuerpo desnudo fuera bañado con agua helada.

Creo que durante ese tiempo no me moví de aquel sitió, me quedé ahí para poder verla todos los días y me deslumbrara con su sonrisa, para encantarme con su mirada. Su figura ciertamente me  hechizaba. Pero así tan pronto como había llegado su presencia se fue opacando hasta que cierto día desapareció.

Su ausencia fue lo que me obligó por fin a moverme.

La búsqueda comenzó en el balcón desde el cual me miraba, adopté la posición que ella tomaba cuando me veía desde arriba hacia la posición en la cual estaba, ahí fue cuando entendí que debía ir a otros lugares para encontrarla, dentro de mi sabía que no volvería, no por si sola, así que dispuse encontrarla y regresarla conmigo.

Viaje para encontrarme con todos los balcones, colores y olores, ver si de casualidad me encontraba con ella, hablarle y convencerla de regresar a su balcón en aquella casa dorada pero mi búsqueda no rindió frutos. Un día estaba en una ciudad muy grande y al otro en el pueblo mas pequeño sin ningún signo de su presencia en esos lugares. Fue casi al final que vi una señal, no se cuanto tiempo viaje y tal ves incluso repetí lugares, porque un día mientras caminaba entre la tierra y la muchedumbre vi una casa vieja, descuidada que en su tiempo debió ser del color del oro, y que en su fachada quedaban los restos de un balcón parecido al de mis recuerdos, tal vez regresé al lugar donde la conocí,ha pasado mucho tiempo… es difícil recordar.
Me dispuse a entrar en esa casa para esperarla, aunque obedecí mas la instrucción de mi cuerpo, que debía descansar. Me recosté en el viejo sillón que se encontraba ahí el cual estaba exactamente frente a la puerta, algo extraño, como si alguien ya hubiera estado ahí esperando a alguien pero la casa ciertamente ya se veía hace mucho tiempo abandonada ¿Cuánto tiempo habrá esperado esa persona a la otra que esperaba? ¿Cuáles habrán sido sus motivos? Cada día esperaba una señal pero no pasaba nada.
La puerta seguía inmobile ante mis ojos, los cuales se iban apagando noche tras noche junto con mis sueños de un reencuentro. Cada vez siento mis ojos mas pesados, es imposible alzar mi cabeza, respirar el aire, contener mi mente. Ya con mis ultimas fuerzas veo lo que pudo haber sido la señal que tanto esperé, unas letras y cifras en el piso que no vi antes por enfocarme solo en la puerta, hechas por un dedo que paso en medio del polvo acumulado a través del tiempo. Sin embargo ni eso pudo mantenerme consciente, el mensaje tenía unos números que no alcance a leer pues el texto que los acompañaba lo noté mas importante: “Ahora ocuparás mi lugar”. Era una maldición, y creo que la merezco.
Tiempo después, un avión de papel se abría paso entre el aire del vecindario más pobre de la ciudad, entre el polvo que se levantaba por los niños que corrían en la calle sin asfalto, entre los sonidos de la gente que salía a las puertas cuyas risas y gritos daban volumen a un lugar en el que lo único que no faltaba eran personas. El avioncito una vez que alcanzó la altura máxima que podía tomar comenzó su caída en picada para atorarse en el pelo de una niña, que al sentir el golpe volteo al lugar donde según su intuición había sido lanzado el pedazo de papel doblado. Lanzó su mirada por todo su alrededor viendo a todas las personas que estaban ahí, pero no vio a nadie con actitud sospechosa, con el avioncito en su mano y sin molestarse esbozó una sonrisa para después lanzar también el avión hacia el aire, adivinando a qué persona le caería esa vez.

¡Feliz Año Nuevo a todos!

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